La economía de Europa está en horas bajas y muchos gobernantes y gobernados están echando mano al recurso fácil: buscar las culpas en el de fuera. En la Europa de entreguerras fueron los judíos, hoy es el inmigrante contra quien se pone el acento, insinuando (y afirmando claramente) en muchas ocasiones que las fronteras porosas son la causa de la crisis del Estado del Bienestar.
En las últimas semanas, las noticias han sido especialmente alarmantes para los sin papeles e incluso con papeles europeos: la tragedia de Lampedusa en Italia, las expulsiones de grupos de gitanos europeos en Francia, la severidad de las medidas contra los inmigrantes ilegales en el Reino Unido, incluso -más al este- la reacción de una masa desatada por el asesinato de un ciudadano ruso.
El fortalecimiento de los partidos de extrema derecha como reacción a la situación económica está empujando a algunos gobiernos europeos a elevar el tono contra los inmigrantes y el libre movimiento de personas en Europa. Tanto es así, que la Comisión Europea emitió esta semana un informe en el que se demostraba que los inmigrantes comunitarios no se cambian de país solo para tener más beneficios sociales, sino para trabajar. El informe, estaba especialmente dirigido a un Reino Unido siempre desconfiado con los movimientos de ciudadanos en la UE.
En Reino Unido, perseguidos hasta por teléfono
Precisamente del Reino Unido llegaba este viernes una de esas noticias, respecto a este tema, que rozan el ridículo. El Gobierno envió 40.000 SMS a personas, consideradas como inmigrantes ilegales, para advertirles de su situación e invitarles a acudir a las autoridades para aclarar su estado. Para mejorar la historia, muchos de estos mensajes llegaron a activistas británicos por los derechos de los inmigrantes que llevan décadas viviendo legalmente en el país.Esto se suma a la furgoneta que ya circula por Gran Bretaña con un anuncio en el que se pueden ver unas grandes esposas, impresas en la fotografía, y se recuerda a los inmigrantes indocumentados que la Administración no les dará tregua en su campaña para encontrarlos y deportarles.
La ministra británica de Interior, Theresa May, ha anunciado esta semana diversas medidas para agilizar la deportación de inmigrantes, dificultar la apertura de cuentas bancarias para los sin papeles y hasta multar a aquellos que alquilen propiedades a extranjeros sin verificar que residen legalmente en el país.
Francia, las calles revueltas por la expulsión de una niña en una excursión
Francia está revuelta desde hace semanas. El ministro del Interior, Manuel Valls, ha retomado un tema recurrente en el país galo: los campamentos de gitanos rumanos y búlgaros. Hay que desmantelarlos y devolver a sus habitantes a sus países de origen, según el férreo ministro. Policía mediante.Esta campaña, acusada de xenófoba por la izquierda francesa, se ha visto doblemente envuelta en la polémica a partir de la expulsión, junto a su familia, de Léonarda Dribani, una niña gitana de 15 años de procedencia kosovar. Los hechos se produjeron el pasado 9 de octubre, cuando la Policía detuvo el autobús en el que viajaban Leonarda Dribani y su clase durante una actividad extraescolar para proceder a expulsar del país a la joven y su familia.
La historia de la niña abochornada, preguntada por sus compañeros de clase si había cometido algún delito para ser detenida por policías, ha irritado a parte de los franceses. Miles de estudiantes de los liceos galos han salido a protestar en la calle contra la deportación de la familia, lo que ha obligado al primer ministro François Hollande, a permitir la vuelta de la niña. Sin su familia, eso sí.
Reacciones populares enfrentadas
El sentir de la calle se puso también del lado de los inmigrantes tras la tragedia de Lampedusa y mostró su indignación contra la política de inmigración, al recibir con gritos de "asesinos" y "vergüenza" al presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso, y al primer ministro italiano, Enrico Letta, cuando ambos visitaban la localidad siciliana del naufragio. Durante el accidente, murieron 364 personas que trataban de llegar a Italia de manera clandestina.Al contrario, en Rusia, los inmigrantes procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas están sufriendo un doble acoso, por parte de la policía y por parte de los ciudadanos. La xenofobia se extendió por Moscú, después de que el pasado jueves un inmigrante de Azerabayán asesinara a un hombre ruso.
Una masa de vecinos desatados salió a impartir la justicia por sí misma por el barrio de Biriulyovo, habitado por numerosos grupos procedentes de Asia Central y el Cáucaso. La turba atacó a aquellos que respondían a la descripción del asesino y la incursión acabó en unos graves disturbios, con unos 1.200 detenidos. Para calmar los ánimos, la Policía de Moscú anunció ayer que había detenido a 700 inmigrantes en apenas 48 horas y que iban a aumentar la presión sobre este grupo humano.
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